sábado, 25 de septiembre de 2010

Creación y Destrucción

    Nubes violetas sacuden el horizonte. El sol se pone, otoño se alza. Una brisa fría sacude las hojas agonizantes y la humedad comienza a levantarse desde el suelo sucio. Cada vez más nítida, cada día más oscura, la ciudad se abriga y los paseos se eternizan.
    Gritos anarcosindicalistas, risas enfermas, ensalada de pasta que no se gasta, hambre en las calles... El horizonte sigue vibrando como las tubas infernales de Hans Zimmer.
    Medias a rayas, faldas negras, camisetas negras, collares y pulseras como ramas de rosal...

    ¿Miedo? ¿Aceptación? ¿Nostalgia anticipada? Llamadlo como queráis, pero ahí está. Esto ha nacido, puede seguir creciendo y puede ser grandioso. Pero caerá. Y tal vez caiga dentro de una semana o tal vez dentro de mil años. El decaimiento de los cajones olvidados, de la pátina de polvo sobre fotos ignoradas, de caras en las que ya no se piensa, de libros que ya no se leen. El oscuro pozo de la memoria, aquel al que arrojabas una piedra y nunca terminas de oir su caída... porque es infinita. El infinito decaer de las vivencias: las reuniones y quedadas que nunca serán repetidas, palabras cargadas de poder absoluto y de magia innegable que se pronuncian y nunca más volverán a ser pronunciadas. La fuerza de una mirada y la fuerza con que su recuerdo se aniquila y se pierde.
    ¡Permite que olvide! Pero permite, también, que olvide el sufrimiento de olvidar. O deja, si no, que reitere todo año pasado, que fue mejor, que rumie la vida una y otra vez. Deja que atrape una y otra vez la mariposa del caos, deja que destruya sus alas con mi curiosidad, con mi ira, con mi amor.

    Los tres reunidos a la luz de las sombras amarillas de un café o pub alternativo, al abrigo de la frialdad del mundo, arropados con jazz. Pantocrator nos tocó a los tres con su mano bendita e hizo que esa tarde granadina de inconmensurable placer, de conversación perfecta, se convirtiese en única, irrepetible, en un orgasmo cósmico que se guarda en un cajón para poder permitirme el lujo, después, de pasar a verlo de vez en cuando para herir mi consciencia con su resplandor decadente.
    ¿Rol? No, aquello no fue rol. No sé qué fue para vosotros, pero para mí fue condensar un millar de vasos de agua, cien horas de felicidad, cuarenta millones de motas de polvo, ochenta cafés, en una sola tarde, una sola noche, una sola mañana.
    Soy un absoluta nostálgico, sin duda. Y es estos días cuando más dispuesto estoy a abrirme a esta patética forma de dolor, por una sencilla razón, porque me he abierto a una fuente de felicidad que me lo da todo, absolutamente todo.

    No, no dejaré pasar esta oportunidad. Planes, planes, planes, planes que lamentaré no ejecutar. No lo lamentaré dentro de cincuenta años, no me quiero permitir ese lujo. Me permitiré el lujo de lamentarlo en el momento. Si vosotros no os oponéis, no desaprovecharé la oportunidad de destruir las presas de mi imaginación y comenzar a construir, ahora, no mañana o dentro de un año, algo con lo que sueño. Algo con lo que algunos de vosotros soñáis.

    Con piel de pergamino, manos temblorosas, ojos vidriosos y pelo blanco, quiero abrir un cajón y encontrarme con todo un legado, con un pozo sin fondo indestructible al que arrojar mi mirada... y nunca oiré tocar el fondo. Quiero contemplar la construcción, la ascensión, el triunfo, la caída y la destrucción de un millar de obras, contemplar la huella deleble que dejaremos en el mundo, saber que estuvimos aquí y que todo lo que hayamos hecho se perderá pero tendrá la apariencia de la estatua de un dios inmortal y todopoderoso en nuestro interior. Y quiero saber que yo he contribuido a crear ese legado de decadencia y de sufrimiento y de placer.

Bienvenidos a la Escuela de Bohemia





viernes, 17 de septiembre de 2010

Velos islámicos: ¿Tradición u obligación?

Como sabéis, en los últimos meses ha habido bastante polémica con el tema de los burkas, si deberían o no ser prohibidos, todo a tenor de la iniciativa en la provincia catalana de Lleida.

La noticia (data de mayo):

LA RAZÓN:

http://www.larazon.es/noticia/725-lerida-solo-puede-prohibir-el-uso-del-burka-en-los-equipamientos-municipales

EL PAÍS:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Lleida/prohibira/burka/solo/edificios/municipales/elpepisoc/20100527elpepisoc_7/Tes




Sobre este tema ha habido mucha controversia, como es lógico. Lo primero que hay que tener es conocimiento de causa, información. Los distintos velos islámicos que existen son los siguientes (aunque esto no es absoluto; en las zonas más ricas del mundo árabe, el burqa y el niqab son exactamente lo mismo, por citar un ejemplo):




Por otro lado, es bastante importante saber si el velo es un asunto político o cultural, es decir, una tradición instaurada, o si su origen es teológico, es decir, si el Corán se pronuncia al respecto. De todas formas, como sabéis, en la inmensa mayoría de los países islámicos el sistema es teocrático. Por decirlo sencillamente: su Constitución, Código Civil y Código Penal son el propio Corán, o aplicaciones prácticas de los principios del mismo.

Veamos; las raíces del uso del velo en el Corán son curiosas:

Como explica la escritora marroquí Fátima Mernissi (Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2003) en su libro El harén político [9], "El hiyab, literalmente ‘cortina’, ‘descendió’’ no para hacer de barrera entre un hombre y una mujer, sino entre dos hombres. El hiyab es un suceso datado al que corresponde la aleya 53 de la azora 33, que fue revelada durante el año 5 de la hégira (627)". El Profeta (saw) se acababa de casar con su prima Zaynab (Raa), y por la falta de delicadeza de algunos de sus compañeros que no veían el momento de irse, "la aleya del hiyab ‘descendió’ en la alcoba nupcial, para proteger su intimidad y excluir a una tercera persona, en este caso a Anas b. Málik, uno de los discípulos del Profeta. Anas fue excluido por el hiyab, en su calidad de testigo y símbolo de una comunidad que se había hecho demasiado cargante, y es el propio testigo el que cuenta el suceso".

Podemos decir que ése es el origen, claro, pero existen ciertos versículos que dejan entrever otras cosas:

Y di a las creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad, y no muestren de sus atractivos [en público] sino lo que de ellos sea aparente [con decencia]; así pues, que se cubran el escote con el velo. Y que no muestren [nada más de] sus atractivos a nadie salvo a sus maridos, sus padres, sus suegros, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos, los hijos de sus hermanos, los hijos de sus hermanas, las mujeres de su casa, aquellas que sus diestras poseen, aquellos sirvientes varones que carecen de deseo sexual, o a los niños que no saben de la desnudez de las mujeres; y qué no hagan oscilar sus piernas [al caminar] a fin de atraer la atención sobre sus atractivos ocultos [11].

(24: 31)


Sin embargo, por tendencioso que pueda parecer este versículo, no debe olvidarse el contexto en que se estableció: las mujeres debían cubrirse para protegerse de la atmósfera de violencia sexual que había en las sociedades preislámicas.
También hay que considerar que en otras religiones también existen velos. Pensad en las monjas, o en los saris que llevan las mujeres indias:




Como pasa con todos los libros sagrados de todas las religiones, existen infinitas interpretaciones distintas del Corán, tantas como lectores tenga. Está claro que hay preceptos que tienen interpretaciones bastante poco ambiguas ("¡Guerra santa contra los infieles!"), pero en el caso del Corán existen muchos mensajes diferentes. Por tanto, no creo que lo mejor sea fundamentar un argumento a favor o en contra del velo islámico en los textos sagrados. Para que podáis juzgar por vosotros mismos, os dejo un artículo completísimo que he encontrado sobre el tema:


www.webislam.com/?idt=468



Lo demás que puede decirse pasa a la esfera de la subjetividad y la opinión. Yo, particularmente, estoy 100% de acuerdo con que se prohíba en los lugares públicos y en la calle. ¿La razón? vivimos en una sociedad en la que la cara es la tarjeta de presentación de una persona. Cuando alguien va en moto y tiene que hacer un trámite rápido en un banco o en una oficina, y entra con el casco puesto por llevar prisa, se le hace quitárselo. Si vamos por la calle y nos cruzamos con alguien que lleva un pasamontañas, tendemos a pensar que oculta algo, que intenta esconderse. En la sociedad moderna, nos identificamos por la cara, así de simple. Y no me parece mal, es un canon que no tiene nada de negativo.

También cabe mencionar, no sólo la interpretación occidental del velo, sino la interpretación que hacen los musulmanes. ¿Las mujeres llevan el velo porque así lo desean, porque su religión se lo indica, o están obligadas por sus maridos? ¿Hasta qué punto se convierten las mujeres que deciden no llevar velo en apestadas¿ ¿Qué reproches tienen que soportar? La verdad esque no opino sobre esto porque no tengo ni la más remota idea.

¿Qué opinan ustedes?

domingo, 12 de septiembre de 2010

Tripas

¡Hola a todos! Os dejo un relato que posiblemente algunos, sino todos, conozcáis. Y el que no lo conozca... que tome aire. Se titula "Tripas", del escritor responsable del Club de la Lucha: Chuck Palahniuk.





Tomen aire.

Tomen tanto aire como puedan. Esta historia debería durar el tiempo que logren retener el aliento, y después un poco más. Así que escuchen tan rápido como les sea posible.

Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un pito por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una manera mejor de estar al palo. Se va a comprar una zanahoria y un poco de jalea para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Después se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la jalea moviéndose sobre la cinta de goma. Todos los empleados en fila, observando. Todos viendo la gran noche que ha planeado.

Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.

Como si se fuera a casa a meterse una tarta de zanahorias por el culo.

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.

El se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.

Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. De ninguna manera podía encontrar la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.

Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera.

El problema es que los franceses no tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.

Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.

Mirando atrás, muchos psiquiatras expertos en jóvenes y psicopedagogos ahora dicen que el último pico en la ola de suicidios adolescentes era de chicos que trataban de asfixiarse mientras se masturbaban. Sus padres los encontraban, una toalla alrededor del cuello, atada al ropero de la habitación, el chico muerto. Esperma por todas partes. Por supuesto, los padres limpiaban todo. Le ponían pantalones al chico. Hacían que se viera... mejor. Intencional, al menos. Un típico triste suicidio adolescente.

Otro amigo mío, un chico de la escuela con su hermano mayor en la Marina, contaba que los tipos en Medio Oriente se masturban distinto a como lo hacemos nosotros. Su hermano estaba estacionado en un país de camellos donde los mercados públicos venden lo que podrían ser elegantes cortapapeles. Cada herramienta es una delgada vara de plata lustrada o latón, quizá tan larga como una mano, con una gran punta, a veces una gran bola de metal o el tipo de mango refinado que se puede encontrar en una espada. Este hermano en la Marina decía que los árabes se ponen al palo y después se insertan esta vara de metal dentro de todo el largo de su erección. Y se masturban con la vara adentro, y eso hace que masturbarse sea mucho mejor. Más intenso.

Es el tipo de hermano mayor que viaja por el mundo y manda a casa dichos franceses, dichos rusos, útiles sugerencias para masturbarse. Después de esto, un día el hermano menor falta a la escuela. Esa noche llama para pedirme que le lleve los deberes de las próximas semanas. Porque está en el hospital.

Tiene que compartir la habitación con viejos que se atienden por sus tripas. Dice que todos tienen que compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus padres no lo visitan. Por teléfono, dice que sus padres ahora mismo podrían matar al hermano mayor que está en la Marina.

También dice que el día anterior estaba un poco drogado. En casa, en su habitación, estaba tirado en la cama, con una vela encendida y hojeando revistas porno, preparado para masturbarse. Todo esto después de escuchar la historia del hermano en la Marina. Esa referencia útil acerca de cómo se masturban los árabes. El chico mira alrededor para encontrar algo que podría ayudarlo. Un bolígrafo es demasiado grande. Un lápiz, demasiado grande y duro. Pero cuando la punta de la vela gotea, se logra una delgada y suave arista de cera. La frota y la moldea entre las palmas de sus manos. Larga y suave y delgada.

Drogado y caliente, se la introduce dentro, más y más profundo en la uretra. Con un gran resto de cera todavía asomándose, se pone a trabajar.

Aun ahora, dice que los árabes son muy astutos. Que reinventaron por completo la masturbación. Acostado en la cama, la cosa se pone tan buena que el chico no puede controlar el camino de la cera. Está a punto de lograrlo cuando la cera ya no se asoma fuera de su erección.

La delgada vara de cera se ha quedado dentro. Por completo. Tan adentro que no puede sentir su presencia en la uretra.

Desde abajo, su madre grita que es hora de la cena. Dice que tiene que bajar de inmediato. El chico de la cera y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero tienen vidas muy parecidas.

Después de la cena, al chico le empiezan a doler las tripas. Es cera, así que se imagina que se derretirá adentro y la meará. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede pararse derecho.

El chico está hablando por teléfono desde su cama de hospital, y de fondo se pueden escuchar campanadas y gente gritando. Programas de juegos en televisión.

Las radiografías muestran la verdad, algo largo y delgado, doblado dentro de su vejiga. Esta larga y delgada V dentro suyo está almacenando todos los minerales de su orina. Se está poniendo más grande y dura, cubierta con cristales de calcio, golpea y desgarra las suaves paredes de su vejiga, obturando la salida de su orina. Sus riñones están trabados. Lo poco que gotea de su pene está rojo de sangre.

El chico y sus padres, toda la familia mirando las radiografías con el médico y las enfermeras parados allí, la gran V de cera brillando para que todos la vean: tiene que decir la verdad. La forma en que se masturban los árabes. Lo que le escribió su hermano en la Marina. En el teléfono, ahora, se pone a llorar.

Pagaron la operación de vejiga con el dinero ahorrado para la universidad. Un error estúpido, y ahora jamás será abogado. Meterse cosas adentro. Meterse dentro de cosas. Una vela en la pija o la cabeza en una horca, sabíamos que serían problemas grandes.

A lo que me metió en problemas a mí lo llamo “Bucear por perlas”. Esto significaba masturbarse bajo el agua, sentado en el fondo de la profunda piscina de mis padres. Respiraba hondo, con una patada me iba al fondo y me deshacía de mis shorts. Me quedaba sentado en el fondo dos, tres, cuatro minutos.

Sólo por masturbarme tenía una gran capacidad pulmonar. Si hubiera tenido una casa para mí solo, lo habría hecho durante tardes enteras.

Cuando finalmente terminaba de bombear, el esperma colgaba sobre mí en grandes gordos globos lechosos.

Después había más buceo, para recolectarla y limpiar cada resto con una toalla. Por eso se llamaba “bucear por perlas”. Aun con el cloro, me preocupaba mi hermana. O, por Dios, mi madre.

Ese solía ser mi mayor miedo en el mundo: que mi hermana adolescente virgen pensara que estaba engordando y diera a luz a un bebé de dos cabezas retardado. Las dos cabezas me mirarían a mí. A mí, el padre y el tío. Pero al final, lo que te preocupa nunca es lo que te atrapa.

La mejor parte de bucear por perlas era el tubo para el filtro de la pileta y la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse allí.

Como dicen los franceses, ¿a quién no le gusta que le chupen el culo? De todos modos, en un minuto se pasa de ser un chico masturbándose a un chico que nunca será abogado.

En un minuto estoy acomodado en el fondo de la piscina, y el cielo ondula, celeste, através de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo está silencioso salvo por el latido del corazón en mis oídos. Los shorts amarillos están alrededor de mi cuello por seguridad, por si aparece un amigo, un vecino o cualquiera preguntando por qué falté al entrenamiento de fútbol. Siento la continua chupada del tubo de la pileta, y estoy meneando mi culo blanco y flaco sobre esa sensación. Tengo aire suficiente y la pija en la mano. Mis padres se fueron a trabajar y mi hermana tiene clase de ballet. Se supone que no habrá nadie en casa durante horas.

Mi mano me lleva casi al punto de acabar, y paro. Nado hacia la superficie para tomar aire. Vuelvo a bajar y me siento en el fondo. Hago esto una y otra vez.

Debe ser por esto que las chicas quieren sentarse sobre tu cara. La succión es como una descarga que nunca se detiene. Con la pija dura, mientras me chupan el culo, no necesito aire. El corazón late en los oídos, me quedo abajo hasta que brillantes estrellas de luz se deslizan alrededor de mis ojos. Mis piernas estiradas, la parte de atrás de las rodillas rozando fuerte el fondo de concreto. Los dedos de los pies se vuelven azules, los dedos de los pies y las manos arrugados por estar tanto tiempo en el agua.

Y después dejo que suceda. Los grandes globos blancos se sueltan. Las perlas. Entonces necesito aire. Pero cuando intento dar una patada para elevarme, no puedo. No puedo sacar los pies. Mi culo está atrapado.

Los paramédicos de emergencias dirán que cada año cerca de 150 personas se quedan atascadas de este modo, chupadas por la bomba de circulación. Queda atrapado el pelo largo, o el culo, y se ahoga. Cada año, cantidad de gente se ahoga. La mayoría en Florida.

Sólo que la gente no habla del tema. Ni siquiera los franceses hablan acerca de todo. Con una rodilla arriba y un pie debajo de mi cuerpo, logro medio incorporarme cuando siento el tirón en mi culo. Con el pie pateo el fondo. Me estoy liberando pero al no tocar el concreto tampoco llego al aire. Todavía pateando bajo el agua, revoleando los brazos, estoy a medio camino de la superficie pero no llego más arriba. Los latidos en mi cabeza son fuertes y rápidos.

Con chispas de luz brillante cruzando ante mis ojos me doy vuelta para mirar... pero no tiene sentido. Esta soga gruesa, una especie de serpiente azul blancuzca trenzada con venas, ha salido del desagüe y está agarrada a mi culo. Algunas de las venas gotean rojo, sangre roja que parece negra bajo el agua y se desprende de pequeños rasguños en la pálida piel de la serpiente. La sangre se disemina, desaparece en el agua, y bajo la piel delgada azul blancuzca de la serpiente se pueden ver restos de una comida a medio digerir.

Esa es la única forma en que tiene sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente del mar, algo que nunca vio la luz del día, se ha estado escondido en el oscuro fondo del desagüe de la pileta, y quiere comerme.

Así que la pateo, pateo su piel resbalosa y gomosa y llena de venas, pero cada vez sale más del desagüe. Ahora quizá sea tan larga como mi pierna, pero aún me retiene el culo. Con otra patada estoy a unos dos centímetros de lograr tomar aire. Todavía sintiendo que la serpiente tira de mi culo, estoy a un centímetro de escapar.

Dentro de la serpiente se pueden ver granos de maíz y maníes. Se puede ver una brillante bola anaranjada. Es la vitamina para caballos que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para que consiga una beca gracias al fútbol. Con hierro extra y ácidos grasos omega tres. Ver esa pastilla me salva la vida.

No es una serpiente. Es mi largo intestino, mi colon, arrancado de mi cuerpo. Lo que los doctores llaman prolapso. Mis tripas chupadas por el desagüe.

Los paramédicos dirán que una bomba de agua de piscina larga 360 litros de agua por minuto. Eso son unos 200 kilos de presión. El gran problema es que por dentro estamos interconectados. Nuestro culo es sólo la parte final de nuestra boca. Si me suelto, la bomba sigue trabajando, desenredando mis entrañas hasta llegar a mi boca. Imaginen cagar 200 kilos de mierda y podrán apreciar cómo eso puede destrozarte.

Lo que puedo decir es que las entrañas no sienten mucho dolor. No de la misma manera que duele la piel. Los doctores llaman materia fecal a lo que uno digiere. Más arriba es chyme, bolsones de una mugre delgada y corrediza decorada con maíz, maníes y arvejas.

Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y maníes que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad era volver a ponerme el short. Dios no permita que mis padres me vean la pija.

Una de mis manos está apretada en un puño alrededor de mi culo, la otra arranca el short amarillo del cuello. Pero ponérmelos es imposible.

Si quieren saber cómo se sienten los intestinos, compren uno de esos condones de piel de cabra. Saquen y desenrrollen uno. Llénenlo con mantequilla de maní, cúbranlo con lubricante y sosténganlo bajo el agua. Después traten de rasgarlo. Traten de abrirlo en dos. Es demasiado duro y gomoso. Es tan resbaladizo que no se puede sostener. Un condón de piel de cabra, eso es un intestino común.

Ven contra lo que estoy luchando.

Si me dejo ir por un segundo, me destripo.

Si nado hacia la superficie para buscar una bocanada de aire, me destripo.

Si no nado, me ahogo.

Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto. Lo que mis padres encontrarán cuando vuelvan del trabajo es un gran feto desnudo, acurrucado sobre sí mismo. Flotando en el agua sucia de la piscina del patio. Sostenido por atrás por una gruesa cuerda de venas y tripas retorcidas. El opuesto de un adolescente que se ahorca cuando se masturba. Este es el bebé que trajeron del hospital trece años atrás. Este es el chico para el que deseaban una beca deportiva y un título universitario. El que los cuidaría cuando fueran viejos. Aquí está el que encarnaba todas sus esperanzas y sueños. Flotando, desnudo y muerto. Todo alrededor, grandes lechosas perlas de esperma desperdiciada.

Eso, o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, mis desgarradas entrañas todavía colgando de la pierna de mis shorts amarillos. Algo de lo que ni los franceses hablarían.

Ese hermano mayor en la Marina nos enseñó otra buena frase. Rusa. Cuando nosotros decimos: “Necesito eso como necesito un agujero en la cabeza”, los rusos dicen: “Necesito eso como necesito un diente en el culo”. Mne eto nado kak zuby v zadnitse. Esas historias sobre cómo los animales capturados por una trampa se mastican su propia pierna; cualquier coyote puede decir que un par de mordiscos son mucho mejores que morir.

Mierda... aunque seas ruso, algún día podrías querer esos dientes. De otra manera, lo que tenés que hacer es retorcerte, dar vueltas. Enganchar un codo detrás de la rodilla y tirar de esa pierna hasta la cara. Morder tu propio culo. Uno se queda sin aire y mordería cualquier cosa con tal de volver a respirar.

No es algo que te gustaría contarle a una chica en la primera cita. No si querés besarla antes de ir a dormir. Si les cuento qué gusto tenía, nunca nunca volverían a comer calamares.

Es difícil decir qué les disgustó más a mis padres: cómo me metí en el problema o cómo me salvé. Después del hospital, mi madre dijo: “No sabías lo que hacías, amor. Estabas en shock”. Y aprendió a cocinar huevos pasados por agua.

Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima... la necesito como necesito dientes en el culo.

Hoy en día, la gente me dice que soy demasiado delgado. En las cenas, la gente se queda silenciosa o se enoja cuando no como la carne asada que prepararon. La carne asada me mata. El jamón cocido. Todo lo que se queda en mis entrañas durante más de un par de horas sale siendo todavía comida. Chauchas o atún en lata, me levanto y me los encuentro allí en el inodoro.

Después de sufrir una disección radical de los intestinos, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro y medio de intestino grueso. Yo tengo la suerte de conservar mis quince centímetros. Así que nunca obtuve una beca deportiva, ni un título. Mis dos amigos, el chico de la cera y el de la zanahoria, crecieron, se pusieron grandotes, pero yo nunca llegué a pesar un kilo más de lo que pesaba cuando tenía trece años. Otro gran problema es que mis padres pagaron un montón de dinero por esa piscina. Al final mi padre le dijo al tipo de la piscina que fue el perro. El perro de la familia se cayó al agua y se ahogó. El cuerpo muerto quedó atrapado en el desagüe. Aun cuando el tipo que vino a arreglar la piscina abrío el filtro y sacó un tubo gomoso, un aguachento resto de intestino con una gran píldora naranja de vitaminas aún dentro, mi padre sólo dijo: “Ese maldito perro estaba loco”. Desde la ventana de mi pieza en el primer piso podía escuchar a mi papá decir: “No se podía confiar un segundo en ese perro...”.

Después mi hermana tuvo un atraso en su período menstrual.

Aun cuando cambiaron el agua de la pileta, aun después de que vendieron la casa y nos mudamos a otro estado, aun después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron a mencionarlo.

Esa es nuestra zanahoria invisible.

Ustedes, tomen aire ahora.

Yo todavía no lo hice.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Mephistopheles y las garras del caos

momento.
(Del lat. momentum).
1. m. Porción de tiempo muy breve en relación con otra. Lo vi un momento esta tarde.
2. m. instante. Espera un momento.
3. m. Lapso de tiempo más o menos largo que se singulariza por cualquier circunstancia. Este fue el mejor momento de su vida. Aquella guerra civil fue el peor momento del siglo.
4. m. Oportunidad, ocasión propicia. En su carrera no le ha llegado todavía su momento.
5. m. Cualquier tiempo considerado como actual o presente. El momento internacional. Los poetas del momento.
6. m. Importancia, peso, trascendencia. Asuntos de gran momento.

    Cruzas la penumbra de calles viejas y apestadas y te adentras en otras más jóvenes, es decir, ruidosas y atestadas de esos agentes de la entropía a los que damos en llamar personas. Y piensas así porque no puedes evitarlo. Sientes el sarcasmo en la punta de la lengua, el odio carcomiéndote las entrañas y cuanto más lo sientes más profundamente disfrutas la titilante luz amarilla, la suciedad, la peste de los contenedores, la estúpida ignorancia de las gentes de la noche. Esquivas las personas como no puedes esquivarlas en otras situaciones, con asco, con verdadera repugnancia, sintiendo el repunte del gusto a superioridad, de inferioridad numérica. Cobras consciencia de tu papel. Son todos ellos contra ti, tú contra todos ellos. El Universo y tú. Cierras los ojos apenas un segundo y sigues avanzando. Llevas todo el camino golpeteando el mármol, el cemento, el ladrillo, la roca, la pintura, la escayola, el yeso, la pizarra, la madera y el metal de la parte de las fachadas que están justamente a la altura de tus nudillos. Tus nudillos conocen la textura de la ciudad, su extrema dureza... Qué puto asco de todo. Pero lo disfrutas, te intenta decir algo y lo disfrutas.

    Sales al balcón. Te quitas las gafas porque te impiden admirar la concreción, la nitidez de la realidad. Los chirriantes frenos de los coches que se suceden en amplia sucesión, el pausado devenir de las hojas de los árboles que guardan toda la avenida, el leve fulgor de los ladrillos de la fachada de un colegio, el lejano brillo de las luces en los bloques del otro lado de la calle. La temperatura ha bajado, los colores se vuelven más agresivos, las sensaciones, más agudas, las estrellas, siguen igual. Es interesante lo que uno puede aprender mirando la realidad desde un balcón. Es interesante lo poco que se aprende.

    Flores en el ático, Horizonte Final, Al final de la escalera, El último escalón y El Sexto Sentido protagonizaron el tiempo que los tres pasamos caminando entre la zona de marcha y su casa. Miedo, más o menos psicológico, que se introduce en algún punto de tu cerebro y desde allí emana sus negras energías que confundes con placer. La oscuridad llama a tu puerta. Pero no la verdadera oscuridad, la de las formas de un esqueleto asomando entre la piel tensa de un niño famélico y agonizante en la cuna de la humanidad, no la oscuridad que le susurra a un hombre "si no puede ser tuya, entonces no va a ser de nadie"... No, no esa oscuridad, sino su versión  'light', 'soft', su hermana menor, una mentirijilla, una máscara... La sangre, reseca, incrustada en los glifos de la superficie de un altar de sacrificios de piedra, la mirada vacía de un cráneo que te vigila desde una repisa, el eco de unas palabras infames, el retumbar cavernoso de los cánticos que abren la puerta a las disformes entidades de dimensiones sin nombre. En fin, esa oscuridad. Esa oscuridad hace mella en ti. Su elegancia, su absoluta e innegable capacidad para hacerte vibrar con su mezcla de miedo y admiración.
    Sientes florecer de nuevo ese curioso gusto por el silencioso retumbar del corazón de las tinieblas mientras los tres subís a un paso elevado, que hace sombra a las ya en sombra vías de hierro. Noche cerrada, como quien dice. Por el otro lado del puente sube y se acerca una buena muchacha. Muy buena, piensas y opinas. Colgantes plateados, indescifrables, abigarrados... escote de piel blanca como los hombros blancos como la cara blanca. Prendas negras como el abismo sobre la ciudad y como el pelo que cae al aire húmedo y caliente...

    El primer "momentum" es uno recurrente, que asocio a las noches de Jaén en que, a veces, me encontraba solo durante unos minutos durante los que me desenvolvía entre la gente, dando rienda suelta a mis extraños davaneos mentales. Tal vez una de esas noches saqué la lluvia de alabardas de mi cráneo.
    El segundo es muy simple. De vez en cuando salgo al balcón de este magnífico piso, miro afuera, me quedo ahí unos minutos y vuelvo adentro. Para construir metáforas y estrujarse el cerebro siempre hay tiempo.
    El tercero es de una curiosa noche de la temporada que pasamos Iñaki y yo en casa de Alchemyca y salimos con su bizarra gente.
    En fin, ahí os dejo eso. Me voy quedando poco a poco sin orgasmos cósmicos que desgranaros, pero no tengo problema en seguir buscando algunos nuevos...

    Quería desarrollar más el nombre de esta entrada, las garras del caos... Pero esperaré un poco y me permitiré el lujo de construir un relato corto que se pueda publicar en una sola entrada, en que intentaré mezclar todo mi universo metafórico y las entidades lovecraftianas y las aspiraciones de Álex para con ciertos proyectos...

jueves, 9 de septiembre de 2010

Hikikomoris

Que me tenéis hasta el coño todos, que no posteáis ná xD (será que soy la única que tiene tiempo libre xD) Bueno, os dejo un pequeño artículo sobre un nuevo fenómeno social que ha surgido en Japón y se está extendiendo: los Hikikomoris.


HIKIKOMORIS: Jóvenes en aislamiento.

El fenómeno Hikikomori (significa aislamiento) ataca más frecuentemente a los adolescentes y jóvenes japoneses. Éstos se ven abrumados por su sociedad e incapaces de cumplir las expectativas que de ellos se espera y esto les lleva al aislamiento social. No se puede encontrar una causa común para que se produzca este aislamiento pero si que hay una pauta repetitiva como es un fracaso en los estudios (en Japón no vale con ser bueno, hay que ser el mejor), un desengaño amoroso o cualquier problema que se le pueda presentar a un adolescente.
Estos jóvenes hikikomoris ven estos problemas como insalvables y es cuando deciden por sí mismos, voluntariamente, aislarse del mundo creyendo de que la falta de relaciones sociales les hará, por lo menos, menos infelices. Los hikikomoris, normalmente, no abandonan la casa de los padres pero sí que se encierran en su habitación y pueden pasar meses incluso años, sin salir de esta. Normalmente este aislamiento les sucede a más cantidad de varones que de mujeres y más en un status medio-alto o alto, en dónde tienen casas con habitación propia, cosa lujosa en Japón.
Síntomas del Hikikomori

Muchas personas padecen agorafobia (miedo o fobia a salir al exterior) pero el hikikomori lo lleva al extremo más absoluto ya que se aísla completamente de la sociedad y del mundo exterior. Todo les parece una presión. Pueden encerrarse, como hemos comentado antes, en una habitación y estarse allí por periodos de tiempo de hasta años. Son personas que se vuelven solitarias, pierden todo contacto con la gente, no tienen amigos y ni siquiera quieren saber nada de sus padres aún y estando encerrados en una habitación de casa de ellos. La mayoría duermen todo el día y de noche ven la tele o juegan a videojuegos. En Japón los llaman “Solteros parásito”, que son aquellos que viven de sopas instantáneas en casa de sus padres con toda comodidad. Aunque la realidad es otra totalmente, ya que para los hikikomoris no es ninguna comodidad el estar en este estado tan extremo.

El hikikomori comienza de forma gradual, al principio se encuentra triste, comienza a perder sus amistades, se vuelve inseguro, tímido y cada vez se encierra más en sí mismo y habla menos. Puede que sean objeto de burla en la escuela, lo cual es el detonante para su total aislamiento. Este total aislamiento no es del todo cierto ya que puede que mantengan contacto con el exterior por medio del ordenador aunque sí es cierto que un gran número de hikikomoris se cierran incluso a esto y pueden permanecer horas y horas en la misma postura viviendo de su imaginación y con la mirada en un punto fijo.

Este fenómeno se ha repetido de manera muy parecida en Corea, en dónde los jóvenes estudiantes se enfrentan cada día a 18-20 horas de estudio, con un descanso de 10 minutos para comer. Las familias invierten un gran porcentaje de sus ingresos para pagar una educación privada y por eso no esperan solamente unas buenas notas, sino las mejores. Desde hace 2 años en Seúl, se van produciendo manifestaciones contra estos sistemas de estudio. Los estudiantes tienen que ir con las caras tapadas para no ser reconocidos ni por familiares ni por las escuelas por miedo a represalias y ellos solamente reivindican su derecho a vivir como adolescentes y a poder tener una vida social normal.



Los padres

En la cultura japonesa, tener un hikikomori en la familia es considerado un gran problema de honor, de no saber educar al hijo y normalmente es vergonzoso por eso suelen guardarlo como un secreto, de ahí que muchos padres tarden mucho en buscarle una solución a su hijo y buscar un psicólogo. Tanto los colegios como los asistentes sociales no se involucran demasiado en el tema, ya que es una situación familiar interna.

La educación de los hijos en Japón corre a cargo de las madres, por lo tanto los padres normalmente suelen dejar todo el problema a las mujeres. Las madres se sienten sobre protectoras hacia sus hijos y esto agrava el problema.

Al principio de la enfermedad, se creen que es una fase que el joven ha de pasar y superar y esperan a que salga a la sociedad por su propio pie. Normalmente nunca fuerzan al niño a que salga al mundo exterior, prefieren esperar a ver que pasa y cuando se dan cuenta del grave problema ya la enfermedad está muy avanzada.

En Occidente nos hemos enterado de este problema porque muchos padres deciden enviar a su hijo al extranjero, pensando que el cambio de situación los pueda ayudar, pero en realidad lo que hacen es pasarle el problema a otro. Y es así como nosotros hemos conocido a los Hikikomoris.



Efectos mentales en el hikikomori

Las personas con un aislamiento prolongado y una falta de contacto social, tienen una gran cantidad de problemas mentales ya que pierden todas las habilidades y los referentes sociales y morales de la sociedad, necesarios para vivir en ella. Los hikikomoris que no se aíslan del todo, es decir, que juegan al ordenador o ven la tele, convierten esto en una referencia, pero igualmente pierden muchas facultades importantes sobretodo en la etapa en la que están de su vida.

Cuando un hikikomori regresa a la sociedad (normalmente es al cabo de unos años, por todo el problema cultural anteriormente explicado), tiene que afrontar varios problemas, ya que ha perdido años de estudio y muchas de sus habilidades. Esto hace que su reinserción en la sociedad sea muy difícil con el agravante de que temen que descubran su pasado ya que es una vergü enza, por lo tanto su actitud frente a la gente cambia radicalmente y pasa de haber sido tímido, callado.... a ser una persona vacilona y con actitud chulesca. Pueden llegar a tener un comportamiento delictivo y violento. En casos muy extremos pueden atacar a los padres. Como ejemplo podemos decir que un hikikomori de 17 años, en el 2000, secuestró un autobús y mató a un pasajero. Otro secuestró a una joven y la mantuvo encerrada durante 9 años. Otro mató a 4 jóvenes recreando una escena de un cómic porno-gore (manga hentai guro).

Evidentemente no todos los jóvenes hikikomoris que se han reinsertado en la sociedad son así pero es muy difícil poder decir cifras exactas sobre los diferentes casos, ya que las familias no hablan del problema.



Tratamiento

El tratamiento es muy complicado ya que tenemos varias versiones de cómo tratar a un hikikomori, sobretodo desde que el problema ha llegado a occidente.

Los japoneses sugieren esperar hasta que el joven hikikomori se reincorpore a la sociedad por su propia voluntad. En cambio los occidentales dicen que es mejor forzarlos a salir.

En definitiva, lo que está claro es que tiene que haber una ayuda psicológica y psiquiátrica. Existen clínicas y médicos especializados en el problema hikikomori, pero a causa de la cultura, del miedo, de la vergüenza.... los padres de estos jóvenes se sienten solos y sin apoyo alguno.




Occidente

Aquí también padecemos este tipo de problema, quizás no tan extremo que el fenómeno japonés pero muchos jóvenes, y a veces, no tan jóvenes, sienten mucha presión social, ser objeto de burla... y por lo tanto desarrollan un comportamiento parecido de odio, violencia y agresión.



Fuente: http://www.klownsasesinos.com/reportajes/49-reportajes/436-hikikomoris-jovenes-en-aislamiento.html


Uno de los mayores foros en inglés sobre el tema: http://hikiculture.net/


El corto documental "Hikikomori", de Jonathan Harris, hecho en 2008, fue una de las primeras referencias a este nivel sobre el fenómeno de los hikikomoris.









Bueno, pues, como siempre: ¿qué opináis del tema? Yo, particularmente, no sé que pensar. Lo primero que creo es que es una soberana gilipollez: tanto estudio y tanta tontería, cuando a esta gente lo único que habría que hacer sería echarlos de casa de sus padres y que se busquen la vida. Pero claro, luego ves las cifras... y hay muchísimas personas metidas en esa dinámica de vida. No sé, es una cosa curiosa. ¿Qué opináis?