domingo, 13 de febrero de 2011

Declaración de Principios Aváricos

  Sencillamente, siento no haberos pedido siquiera opinión acerca de la inclusión de Luis en este grupo; pero os puedo asegurar que esta decisión no ha sido arbitraria. Su capacidad de raciocinio, sus puntos de vista, su diálogo vítreo y la forma de emitir juicios y análisis de nuestra realidad social me parecía y parece sencillamente imprescindible en este blog (con lo que ello conlleva). Y que siente precedente este acto y de esta manera os veáis libres de incluir aquí a quien bien queráis o consideréis recomendable. Sencillamente, veo reflejado en el post de este tal Luis un objetivo, esquema y contenido tan poderoso o más que los posts que yo mismo he ido poniendo en este soporte.
  Veo, en esta intrusión, el verdadero espíritu que esperaba ver brillar en la Escuela. ¡No ya por la opinión en sí de Luis! Sino por la activa intrusión en nuestros esquemas mentales que supone y sobre todo por el ataque frontal a la frágil estructura de lo que hemos estado construyendo. ¡Frágil porque no hemos construído nada! Retrasé, al principio y conscientemente, la entrada de Txetxu en la Escuela con el objetivo de preservar su espíritu como en ámbar al menos mientras tomaba forma... pero la Escuela, tal como ha sido concebida, ha de ser amenazada de muerte para comenzar a construirse. Os aliento a reflexionar, ¿qué se ha construído aquí? Yo os lo diré, en mi sincera opinión: nada. Construir bajo la amenaza de muerte de la destrucción, del fuego de la duda y del olvido, ¡eso es lo que hay que hacer! ¿Seis miembros? ¿Catorce? Eso no importa ahora, lo que importa es pararse un momento a pensar qué hemos estado haciendo con este sitio desde su apertura.

  Podemos decidir no tocar nada más, dejar intacta esta crisálida, este proyecto a medio germinar, seguir posteando sobre todos los temas con los que nos sentimos cómodos, aquellos tópicos, intereses y sucesos bajo los que nos aunamos todos en un abrazo sincero o...
  Podemos decidir construir esto a base de mal, a base de hundir la mano en la llaga de nuestra comodidad. ¡Os invito a sacarnos mutuamente los ojos adormilados! ¿Qué es lo que no te gusta de The Wall de Pink Floyd, Lina? ¿Qué es lo que a nosotros nos parece tan genuinamente sublime de esa película? ¿En qué puntos exactos de nuestras respectivas visiones de la realidad física, social y política empezamos a mirarnos con recelo y sacudir nuestras apologías al aire? Me gustaría que ocurriese esto, que busquemos estas brechas y les saquemos todo el sano beneficio que podamos.

  Que con más vehemencia, atención y fijación leemos y escuchamos los puntos de vista que nos son ajenos, que son en su concepción antítesis de los nuestros o acaso entes desconocidos. ¡Ah, el conocer lo desconocido! No es mi intención haceros la boca agua, desviar la atención hacia un falso velo o cualquier truco de ilusionista...

  ¿Qué queréis que sea de la Escuela? Porque no he visto nada productivo salir de ella desde su fundación, prácticamente. ¿En cada uno de los blogs asociados? ¡Maravillas! Maravillas dialécticas, breves fragmentos de brillantes diálogos y grandes posts y comentarios, sí. Y grandes encuentros entre los integrantes de la Escuela, sí. ¿Pero y la Escuela en sí? Palidece bajo la sombra de unos objetivos inconclusos, apenas bosquejados, que la convierten en un proyecto autoconclusivo y destinado a caer en el olvido tan pronto carezcamos del interés de postear interesantes noticias o reportajes o no veamos el sentido de publicar acerca de nuestros comunes gustos. Sin embargo, ¿cuándo desaparecerán nuestras diferencias? Más aún, ¿cuándo dejarán nuestras diferencias de identificarnos individualmente y de construirnos en toda nuestra realidad? Jamás, señores, señorinas.

  ¿Qué queréis que sea de la Escuela?

  Cuestión aparte, sí, Luis. Si de verdad os ha molestado su violenta inclusión, os exhorto a hacer lo propio, bajo riesgo de la estabilidad de la Escuela. ¡Así sea! Hirámosla de muerte en sus principios, que de esta forma la obligamos a regenerarse de la misma forma en que el universo estará vivo mientras haya oposición de contrarios...

sábado, 12 de febrero de 2011

Televisión de Plasma

Supongamos, al menos por un solo instante, por un minuto en el que evocaremos el espíritu de los anacrónicos, acomodados y envejecidos socialistas de cualquier parte del mundo y sector ideológico, que las ideologías siguen existiendo. Démosle el gusto a aquellos que con sus palabras, escritas o habladas en aulas universitarias, en las calles o en privado, ensucian la memoria de quienes murieron y dieron su vida por una creencia, una idea e incluso por un conjunto de ellas. Las ideologías, las corrientes ideológicas por las que tanta sangre se ha derramado y tanto fuego ha causado a lo largo de siglos en todo el planeta, siguen vivas, siguen vigentes y siguen existiendo. Suponemos, que fuera de los libros de historia y de filosofía que con tanta ferocidad devoramos preparándonos para parafrasear en cualquier lugar a tal autor con la única utilidad de parecer inteligentes, cultos y leídos, las corrientes ideológicas están vivas y aún en lucha.
Y ahora toca preguntar. ¿De veras existen esas ideologías? ¿Es cierto que alguien está dispuesto en el 2010, en nuestra sociedad, a dar su vida y a sufrir por lo que cree que es un fin mayor? O mejor dicho, ¿hay alguien dispuesto a levantarse del sofá para luchar? Claro que sí. Todos conocemos a más de dos y tres que no hacen más que quejarse del sistema liberal-democrático mientras se comen una hamburguesa en cualquier franquicia del monstruo imperialista o ven, indignados, las noticias en su televisión de plasma que su sueldo por el trabajo en empresas liberales o como empleados públicos de un Estado infectado por el espíritu capitalista ha comprado. La respuesta a esta ofensa que acabo de hacer (y aseguro de que esa era justamente la intención de la anterior frase) de cualquier persona de estas características es muy predecible; no queda más remedio que participar del sistema.
Una vez más nos queda preguntarnos, si de verdad son conscientes estas personas del sistema en el que viven, si de verdad son estas personas conscientes de las posibilidades que el propio sistema les ha brindado o si de verdad existe una alternativa real. Normalmente, y esto es una impresión totalmente personal, estas personas no saben dónde viven. No se dan cuenta de que en realidad viven en un sistema bastante garantista, no perfecto, pero garantista que vela por ellos porque se supone, que todos, directa o indirectamente, velamos por él. Estas personas no son conscientes de que si pueden hacer esa crítica mordaz y elocuente basada en estudios filosóficos de principios de Siglo XX es precisamente porque son partícipes de un sistema que garantiza la libertad de los individuos. Estas personas de verdad creen en otros sistemas demostradamente fracasados precisamente por no garantizar las libertades de los individuos así como las televisiones de plasma. No lo entiendo muy bien.
Lo pueden ver también en m i blog. (espero que les guste)