jueves, 25 de agosto de 2011

Policía versus Democracia en España (opinión Público)

Decía Sabina que cuando era mas joven, viajó en sucios trenes que iban hacia el Norte. En mi caso, cuando era más joven en algunas manifestaciones de Madrid se coreaba frente a la policía aquello de "Mi primo el de Bilbao os tiene acojonaos". Entonces la cosa iba en serio y el enfrentamiento entre manifestantes y antidisturbios formaba parte de un ritual. Las intervenciones policiales, por desporporcionadas que fueran, no escandalizaban a casi nadie. Pero ya nadie tiene primos en Bilbao y en San Sebastián el alcalde de Bildu brinda con los concejales del PP, mientras que, en Madrid, los indignados y los laicos practican mejor que nadie aquello de poner la otra mejilla frente a una policía cuyos azules uniformes no disimulan un alma gris.

No debemos olvidar que el, llamémoslo así, "estilo policial" es uno de los indicadores de la calidad democrática de un país y que, en este indicador, España ofrece muy poca calidad, hasta el punto de que algunas guías turísticas extranjeras recomiendan a sus ciudadanos evitar en lo posible el contacto con las policías españolas.

Aunque el cine y las series de televisión nos han enseñado a admirar y a empatizar con los sufridos agentes del orden, héroes anónimos que velan y se desvelan para protegernos, la visita del santo padre ha vuelto a retratar a las tristemente famosas Unidades de Intervención Policial. Gracias a algunos periodistas (últimamente las víctimas preferidas de la violencia policial) decenas de fotografías y vídeos que prueban la brutalidad y la gratuidad de los antidisturbios, han asombrado a cientos de miles de ciudadanos. Hasta Elena Valenciano, la jefa de campaña de Rubalcaba, ha calificado de intolerable la violencia desplegada y varios cargos públicos socialistas han exigido el cese de su propia delegada del gobierno.

El nuestro es el país en el que la República creó la Guardia de Asalto para evitar que el control del orden público, al menos en las ciudades, estuviera en manos de una Guardia Civil que no sabía mantener el orden sin disparar. El nuestro es el país en el que tras la modélica Transición no se produjo ninguna depuración en unos cuerpos policiales repletos de torturadores para los que la impunidad nunca dejó de funcionar. Y el nuestro sigue siendo el país en el que la policía apalea a la gente de izquierdas que protesta, sean trabajadores, estudiantes, indignados en general y, últimamente, defensores de la laicidad. ¿Se imaginan ustedes a los antidisturbios cargar en aquella manifestación de la AVT en la que fue agredido el Ministro Bono? Si ya les fue mal a los policías que detuvieron a los agresores de Bono imagínense el escándalo si hubiera habido carga. ¿Se imaginan una carga policial en las manifestaciones ultracatólicas contra los derechos civiles de los homosexuales?. Bien sabemos que en Madrid las hostias no las da el Papa y siempre las reciben los mismos.

No tengo ninguna duda de que la policía es imprescindible para construir una sociedad justa, ni tampoco dudo del compromiso civil y de la buena voluntad de muchos agentes que seguro se habrán indignado al ver actuar a sus compañeros. El problema es que a los policías demócratas no les vemos ni les escuchamos nunca. Los sindicatos policiales son especialistas en justificar lo injustificable y los responsables de Interior del PSOE parecen discípulos de Fraga y de Martín Villa; solo le falta ya al bueno de Camacho ir a ver a los heridos como hicieron los ministros franquistas después de la represión de Vitoria en el 76.

Soy consciente de que, si finalmente el PP gana las elecciones, lo duro está aún por llegar, pero ya va siendo hora de que los demócratas digamos que esta policía no nos representa.

Pablo Iglesias Turrión

http://www.publico.es/espana/392889/mi-primo-el-de-bilbao-o-quien-da-las-hostias-en-madrid

4 comentarios:

  1. dejo esto amen de saber vuestra opinión acerca de lo sucedido y poder empezar un mini-debate web, que se que os gusta, chinchorreros... un abrazo y buen final de verano!!

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  2. Qué enfermedad y atrofia de la razón y la democracia... Cuando los subsistemas de control y defensa de un macrosistema fallan, se deforman, se vuelven contra los integrantes del sistema... Hummm eso se llama enfermedad autoinmune, no? Vayamos al SAS!

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  3. 1. Tiene muchos aciertos. Estoy de acuerdo en casi todo lo que dice. Es más, si tuviera que escribir sobre el tema, probablemente acabaría haciendo algo parecido (salvando las diferencias en calidad, que la pluma de este señor tiene muy buena pinta). El problema, es que precisamente esa es la razón de que NO escriba nunca textos de este tipo.
    No sé vosotros, pero yo ya ando un poco cansada de tanta parafernalia literaria que, al fin y al cabo, nunca acaba de salirse del todo de la deseabilidad social.
    Que la policía es mala, que los de izquierdas son unos inocentes mártires, un comienzo nostálgico y ornamental (en el que, como no, tiene que aparecer el omnipresente Sabina a darse un garbeo) y un final con disculpa (que aquí somos rebeldes, pero eso sí, muy educados. Radicales diplomáticos, valga la oxímoron) que es más una "salvada de culo" que un verdadero reconocimiento a las honrosas excepciones.
    A mí todo esto me suena al estilo sensacionalista perrofláutico que con Pérez-Reverte se ha puesto tan de moda: soltamos tres tópicos sobre lo mal que está el mundo y lo que "nadie se atreve a decir" (la verdad es que nadie lo dice porque es lo que todo el mundo sabe y ya aburre), los románticos izquierdistas nos hacen palmas y el mundo se queda más o menos como está.

    2. Disculpe Pablo Iglesias mi severidad, pero soy tan bestia criticando precisamente porque el tema del papel de la policía en un estado democrático no es algo baladí que se preste al sensacionalismo.
    Como ha dicho Avaron, la policía ahora mismo es una enfermedad. Si no teníamos ya bastantes problemas políticos en este país de paparrucha de circo bipartidista y monarquía mediática, ahora tenemos que pelear también con unas fuerzas del (des)orden que han decidido defender lo que les apetece, independientemente (y muchas veces en contra) de los intereses del ciudadano.

    "La guerra es la obra de arte de los militares, la coronación de su formación, el broche dorado de su profesión. No han sido creados para brillar en la paz", dice I. Allende. Sé que estoy mezclando un poco churros con
    merinas, y que no es lo mismo policía que militares; pero no veo del todo desacertado pensar que darle rienda suelta a la policía pueda desembocar en la formación de unas fuerzas muy muy peligrosas que, amén de estar ya
    legitimadas como santas y necesarias fuerzas del orden, estarían compuestas por individuos que ya tienen entrenamiento en eso de reprimir al pueblo. Un claro peligro (si no ya un mal consolidado) para la democracia.
    En resumen, no creo que sea cuestión de que la policía de palos a los de siempre o no (que eso también es importante, no lo niego), sino de que da palos a quién le da la gana. Por mucho que digan que sin policía esto sería un caos, cuando veo que si necesitas ayuda por más que grites nunca acuden a socorrete porque están muy ocupados multando a adolescentes por llevar una china en el bolsillo o en el
    peor de los casos, repartiendo hostias (sin consagrar, a excepción de las últimas en Madrid)... me sale la vena de gamberra londinense y lo que más me apetece es lanzarme al nihilismo de la violencia(Gasolina y fuego, que los maderos arden muy bien).
    Dejando a un lado mis desvaríos, la policía debe estar al servicio del pueblo y, si no es así, debe ser penalizada por el Estado, y devuelta a su lugar y su misión. Es hora de hacer algo más que escribir artículos, porque la cosa está pasando de castaño a oscuro.

    3. Habría mucho que comentar sobre la actuación policial en Madrid con todo esto de las JMJ, y el último párrafo de este artículo también es una perita en dulce. Pero yo ya me callo que estaréis cansados de oirme.

    ¡Feliz verano a todos!

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  4. Me ha gustado mucho la entrada, y el comentario de Alice me parece muy correcto también... la verdad es que poco que añadir, salvo que por experiencias personales muy recientes he dejado de creer en la policía y en el sistema judicial español, que me parecen una auténtica basura.

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